II PARTE: La ciencia y su posible tergiversación o manipulación
Por: Dr. Esteban Morales van Kwartel
INTRODUCCIÓN
En la primera parte de este trabajo, nos referimos a 4 factores que correlacionaban los mecanismos fisiológicos del cuerpo humano, con las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT); las distorsiones del comportamiento humano y su entorno interno que afectan el suplido, la homeostasis, y el sistema inmunológico; y las agresiones externas, como sería el caso del SARS-CoV-2. Habíamos también descrito algunos de los mecanismos de daño de las ECNT y habíamos enfatizado en el hecho de que estamos viviendo la existencia de dos pandemias simultáneas que están dando lugar a lo que, en meteorología, se conocería como la “tormenta perfecta”: las pandemias de ECNT y de la COVID-19. Algunos autores se refieren a esto como una “sindemia[1]”; nosotros preferimos abstenernos de mencionar términos nuevos y limitarnos a presentar hechos concretos, tendientes a establecer acciones correctivas. Esta colisión no es nueva; desde hace muchos años, se viene advirtiendo sobre la existencia de la exacerbación de las ECNT; las fechas de las referencias sobre los estudios presentados en la primera parte, donde se describen estas, es una muestra fehaciente de la larga preocupación con respecto a esto. Se viene hablando, también, sobre la degradación de los hábitos y del comportamiento humano, relacionados con todos los aspectos de la vida. Sobre esto hablamos extensamente en nuestro libro de Medicina Preventiva y Social[2]. También se ha escrito extensamente sobre la poca contribución de la industria, en garantizar la calidad de los alimentos para el consumo humano: el ultra procesamiento de los alimentos, el uso abundante de la sal para la conservación y consumo de estos, el uso irresponsable de azúcares, etc. Todo esto, confrontado, además, con la reemergencia de muchas enfermedades (entre ellas las llamadas enfermedades descuidadas), y la aparición de muchas otras nuevas enfermedades. Por otro lado, algunas evidencias actuales corroboran la relación entre los 4 factores mencionados. Iremos desarrollando esto último, a lo lago de las diferentes secciones.
Relación entre índice de masa corporal (IMC), ECNT y enfermedades infecciosas
Algunos estudios han indicado que las naciones con la mayor cantidad de casos confirmados de COVID-19, de acuerdo con los datos obtenidos hasta abril de 2020, han sido aquellas con las tasas de prevalencia de sobrepeso y obesidad más altas del mundo. Estos países presentan rangos de tasa de prevalencia de sobrepeso de 50-68% y de obesidad de 20-36%[3]. En un trabajo realizado entre el año 1980-2015, en 195 países, se calculó la tendencia de la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y adultos; además, tomando el período de 1990-2015, se encontró una relación entre el peso de las enfermedades infecciosas en general, con un elevado índice de masa corporal (IMC). En la población estudiada, la prevalencia de obesidad en 2015 fue de 12% en adultos y de 5% en niños. Para 73 países, la tasa de obesidad se dobló en el período estudiado; para el resto de los países, se dio un incremento continuo. En cuanto a la relación de obesidad con la carga de enfermedad, el IMC contribuyó con el 7.1% de las muertes por todas las causas y contribuyó también, de manera importante, con un aumento del índice de años de vida ajustados por discapacidad (DALYS), siendo la diabetes la mayor contribuyente a este índice. Esta fue también la segunda contribuyente como causa de muerte relacionada a IMC; la primera fue la enfermedad cardiovascular[4]. Este estudio y muchos otros, resaltan, entonces, el aumento preocupante de la obesidad a nivel mundial, especialmente por su relación con otras enfermedades, incluyendo las infecciosas, y en donde el IMC es usado como un indicador de riesgo para la expansión de las ECNT.
No cabe duda, entonces, de que ha habido, desde hace varios años, un aumento considerable de la obesidad en el mundo, que ha llevado a este a una verdadera pandemia de este padecimiento. No cabe duda, tampoco, de acuerdo con las cifras presentadas en la primera parte de este artículo, de que ha habido, también, en el mundo, un aumento de características pandémicas de la diabetes; este aumento, se ha encontrado, que está asociado al aumento de la adiposidad[5], lo cual define esta pandemia como un padecimiento metabólico. Hemos descrito, también, en la primera parte, el mecanismo fisiopatológico general por el cual se da el daño en el síndrome metabólico que, como se puede recordar de nuestra fisiopatología, es un conjunto de anormalidades metabólicas consideradas como un factor de riesgo para desarrollar enfermedad cardiovascular y diabetes; en este síndrome, las adipocinas producidas, especialmente por el tejido adiposo abdominal, han sido consideradas como las responsables del desarrollo de la resistencia a la insulina, que es una característica del síndrome[6]. Tal como describimos, este se caracteriza por un incremento del estado oxidativo y la producción de citosinas, desencadenándose una serie de mecanismos que producen un estado de inflamación crónica caracterizada por una alteración de los mecanismos inmunológicos, donde se destaca una activación aumentada de los factores de transcripción que, en condiciones de normalidad, son un factor de defensa importante del organismo ante las agresiones, pero que, al alterarse, se vuelven en contra de este, generando la producción de citoquinas pro infamatorias, entre las que se destaca la interleuquina-6 (IL-6) la cual ha sido identificada como un marcador temprano de daño pulmonar; al mismo tiempo, también se produce una respuesta anormal de las células-T[7]. La deficiencia de IL-6 se ha visto vinculada a la producción de hipertensión pulmonar aguda atribuida a mecanismos vaso activos que, según hipótesis existentes, son atribuidos a una alteración del metabolismo del ácido nítrico[8].
Otras de las características inherentes a la obesidad, componente primordial, como dijimos, del síndrome metabólico, es la deficiencia de Vitamina D la cual es un componente importante de la construcción del sistema inmunológico del organismo humano. La vitamina D posee varias funciones importantes, que incluye la regulación de la producción de citoquinas inflamatorias, garantizando un equilibrio en la respuesta inmunológica, por lo que su deficiencia aumenta el riesgo de la generación de las tormentas de citoquinas[9]. Otro mecanismo que se encuentra alterado en la obesidad es el funcionamiento de la microbiota intestinal; su alteración, se ha comprobado que, afecta la extracción energética de los alimentos, al igual que a los mecanismos hormonales y metabólicos que, a la postre, mediante alteración de los procesos de óxido reducción, producen un debilitamiento del sistema inmunológico[10]. Finalmente, antes de pasar a establecer la relación entre ECNT y la COVID-19, deseamos enfatizar en algunos aspectos. Primero, es muy importante tener en cuenta la relación en cuanto a fisiopatología, prevalencia y epidemiología de este grupo de enfermedades. En cuanto a esto, está establecida la relación de la obesidad, con disglicemia; síndrome metabólico y diabetes mellitus tipo 2; e hipertensión. Estos producen trastornos estructurales y funcionales del sistema cardiovascular; además, tienen relación con enfermedades pulmonares incapacitantes; hipoventilación; prevalencia aumentada de insuficiencia y enfermedad renal crónica; y disfunción endotelial[11]. Por otro lado, queremos enfatizar también, tal como ya hemos explicado, tanto en la primera parte, como en la actual, que, debido a la reducida capacidad inmunológica de las personas con ECNT, no debe sorprender la susceptibilidad de estos a numerosas enfermedades infecciosas. Por ejemplo, está documentado que, durante la epidemia de H1N1 del 2009, la obesidad fue considerada como un factor de riesgo grande de hospitalización, uso de ventilador mecánico, y de muerte; además, un grupo numeroso de los pacientes con obesidad que fueron hospitalizados, padecían alguna o varias de las enfermedades crónicas mencionadas[12].
Obesidad, diabetes y COVID-19
No debe entonces sorprender el hecho relacionado con las estadísticas actuales, con respecto al covid-19, que revelan que las enfermedades metabólicas predisponen al COVID-19. Así tenemos, por ejemplo, que, desde el comienzo de la enfermedad, del 25-35% de los casos fatales en China, presentaban diabetes e hipertensión. Igualmente, un porcentaje alto de las fatalidades de los pacientes críticamente enfermos, en Italia y Washington, presentaban diabetes. Adicionalmente, en las ciudades con la mayor cantidad de casos en el mundo, Nueva York y Luisiana, la diabetes, hipertensión y la obesidad, representaron un alto porcentaje, tanto de los casos hospitalizados, como de las fatalidades[13]. Al igual que la obesidad, la edad, es mencionada como un factor de riesgo para la adquisición de la enfermedad; de hecho, ambas entidades comparten similar fisiopatología, vinculada a tejidos adiposos funcionales, lo cual lleva a explicar esta relación entre COVID-19 y ECNT[14]:
- El SARS CoV-2 entra a las células merced a la unión con los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2, cuya presencia es considerablemente alta en los adipocitos, lo cual los hace un peligroso reservorio del virus, y, consecuentemente, este tejido podría permitir la diseminación del virus a otros tejidos.
- La actividad de dicha enzima tiene una expresión elevada en las entidades componentes del síndrome metabólico. Esta está expresada por la sobreactividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona, común en estas condiciones, que, a la postre, lleva a daño pulmonar severo. Este daño, por mecanismos metabólicos similares, puede llevar a daños de múltiples órganos.
Vemos entonces, como hemos venido insistiendo desde la parte I de este trabajo, que la fisiopatología del daño ocurrido en las personas con las comorbilidades referidas, que las hace más susceptibles a infección y daño severo por el virus, podría ser resumido como un proceso de alteración metabólico en donde prevalecen mecanismos distorsionados de ´oxido reducción, que terminan produciendo oxidación e inflamación celular. Esta condición metabólica que, de por sí, esta presente de manera crónica en las enfermedades descritas, conocidas como ECNT, es potencializado, de manera adversa y dañina, por los mecanismos de oxidación e inflamación inherentes al propio mecanismo del virus. He aquí donde se encuentran las dos pandemias, produciendo un resultado desastroso en los individuos afectados.
También se ha dado una sorpresa incomprensible, en mucha gente, por la existencia de casos con cierto nivel de severidad y aún de fatalidades en un grupo importante de jóvenes. Pero esto no debe ser sorprendente, pues, ciertos jóvenes, excepto por la edad cronológica, comparten muchas de las comorbilidades mencionadas, con las personas de mayor edad, en especial la obesidad. Tanto en la primera parte de este trabajo, como en esta segunda parte, hemos presentado evidencia estadística que muestra la alta prevalencia de este padecimiento en jóvenes y aún en niños. También, citamos estudios y estadísticas que muestran una prevalencia cada vez mayor de algunas otras ECNT en los jóvenes. Igualmente, presentamos estudios que muestran a la obesidad como un factor de riesgo de enfermedad, tanto en adultos, como en jóvenes y niños. Por lo tanto, los jóvenes con estas morbilidades podrían compartir los mecanismos fisiopatológicos mencionados, así como el elevado riesgo de enfermedad grave y mortalidad ante la COVID-19.
En una investigación realizada por Steinberg, Wright y Kuchner[15], se estudiaron 216 jóvenes entre 18 y 45 años, positivos por SARS-CoV-2. La estadística, medida en función de odds ratio, mostró una relación significativa de la obesidad, con hospitalización, mortalidad y ventilación mecánica, comparado con aquellos que no tenían obesidad (IMC > 30 vs IMC < 30). Los autores concluyeron que la obesidad pareciera ser un factor de riesgo independiente, para resultados adversos en jóvenes. Aún cuando reconocemos que se requieren mayores estudios que puedan fortalecer aún más las bases de estos hallazgos, hay que reconocer, también, que durante muchos años se han venido estudiando, confirmando, y entendiendo cada vez más, los mecanismos que están ligados a las alteraciones metabólicas y fisiológicas generados por la obesidad y las otras enfermedades que están ligadas al síndrome metabólico, al igual que otras ECNT, aspectos estos que hemos presentado, de manera resumida, en la primera parte.
La ciencia y sus prioridades
Toda esta revisión científica, y posterior análisis de esta, nos ha llevado a preguntarnos si, realmente, las metas, estrategias, prioridades y acciones de la salud pública mundial, desde hace algún tiempo y en este momento, han sido enfocadas correctamente. Nos preguntamos si, a lo largo de los años que se conoce la pandemia de ECNT, se ha estado dando suficiente prioridad y atención al tema. Hemos venido observando, tal como se ha destacado en este trabajo, que la prevalencia de la mayor parte de las enfermedades crónicas, especialmente obesidad y diabetes, han ido aumentando dramáticamente en los últimos años. No henos visto a las poderosas organizaciones internacionales de salud usar todo su poder e influencia (pagada por todos nosotros con nuestros impuestos), de una manera consistente y efectiva, para lograr los necesarios cambios en la industria alimentaria para la producción de alimentos más sanos, parando el envenenamiento masivo de sal y azúcar de toda la gente del mundo. En vez de esto, han optado por poner en el consumidor, el peso de consumir alimentos sanos, pero nos preguntamos, ¿obtenidos dónde?, ¿a qué costo?, cuando ya las comunidades han tenido que ir dejando de desarrollar sus proyectos de producción, y ni siquiera las escuelas han seguido desarrollando los proyectos de huertos escolares. Por lo contrario, se ha tolerado seguir siendo correcto políticamente y decir que la obesidad es una opción de vida y se puede ser obeso, siempre y cuando se sea feliz, y, que intentar reducir la obesidad, es una forma de “bulling”, pretendiendo, con esto, negar que la obesidad es una enfermedad.
Nos preguntamos si, dentro del tiempo que hemos venido sufriendo esta pandemia actual de la COVID-19, se ha prestado la atención necesaria a la pandemia coincidente de ECNT; si se ha prestado la necesaria atención a las personas con algunas de estas enfermedades crónicas. En vez de esto, se cerraron, de hecho, los hospitales a otras morbilidades que no fueran COVID-19, y al mismo tiempo, debido a las acciones de confinamiento tomadas, se le dificultó y, prácticamente, se le impidió, en muchos lugares, el acceso a los pacientes con afecciones crónicas, a las instituciones de salud, para el seguimiento y control de sus enfermedades, y, en algunos casos, la adquisición de sus medicamentos de control; esto, con el agravante de que las personas en los países y sectores más pobres fueron los más afectados, por no disponer, muchos de estos, de los servicios de consulta con su médico en línea, de las entregas a domicilio de sus medicamentos, y, en muchos otros casos, el acceso a alimentos sanos y frescos. En otras palabras, las medidas se enfocaron en el virus: lavarse las manos, distanciamiento social, uso de mascarillas, confinamiento en casa. ¡Todo para “aplanar la curva”! Pero, tarde o temprano, la gente debía salir de su encierro (excepto aquellos cuyas enfermedades se descompensaron y murieron, por el virus o no) a enfrentarse a un mundo, con este virus, otros virus y los que vendrán, con sus sistemas inmunológicos debilitados por falta de exposición al entorno, falta de ejercicio, alimentación inadecuada. ¡Los virus no son los verdaderos enemigos!; ¡la incapacidad de nuestro sistema inmunitario, por diversas razones, de enfrentarse a estos, lo son…!
El enfrentamiento a esta pandemia, confrontada con la otra pandemia, no era nada fácil; se hubieran dado víctimas; no sabemos si más, o menos de las que se dieron; pero lo que si podemos aseverar es que esta pandemia encontró a una humanidad con un alto porcentaje de su gente a la que se había dejado expuesta, como carneros ante el lobo, a este virus y a todos los virus; y si no se trabaja fuertemente para controlar esta pandemia de ECNT, vendrán otros virus, bacterias, etc. Sobre todos estos temas, que están relacionados, la mayoría de ellos, a la medicina preventiva, hablaremos ampliamente en la parte 3 y 4 de este trabajo. Por el momento, vamos a concentrarnos en comentar algunas de las medidas que se dieron (y se siguen dando) para controlar la epidemia, cuya evidencia, que presentaremos, las han mostrado como inapropiadas e ineficaces.
El confinamiento
Andrew MacCarty, en abril 2020, publica un artículo en el National Review, el cual encabezó con la siguiente frase[16]: La opinión de los expertos es útil, a veces invaluable, pero no sustituye a la verdad. En este trabajo hemos citado a muchos expertos, pero hemos procurado referirnos a aquellos, que, en nuestra experiencia, presentan evidencia que cumple con los requisitos principales para darle un buen nivel de credibilidad: revisión de pares, estadísticas razonables, etc. Sin embargo, en esta pandemia, muchos expertos han presentado hechos científicos que, por venir de científicos reputados, han pasado a ser políticas de acción inmediata en la lucha contra la COVID-19, pero que, ante el peso de nueva evidencia, han tenido que ser revisadas y, algunas veces, reemplazadas por otras políticas y acciones, dando lugar a una gran confusión en la población. Podemos darle un nivel de comprensión a esto, considerando lo nuevo del virus y la velocidad en que se iban sucediendo las investigaciones, pero esto produjo un alto precio en la población: el pánico. Este siempre produce efectos muy negativos en la salud de la población. Esto, con respecto a las opiniones científicas dadas de buena fe; pero en este mundo tan complejo y de tan diversos intereses personales y de grupo, no se puede ignorar que existe la politización de las ciencias, que es una trágica realidad, y que hemos descrito ampliamente en nuestro último libro[17]. Una de estas acciones tomadas fue la draconiana cuarentena que llevó a gran parte de la humanidad, con algunas excepciones, a un confinamiento total en sus casas, produciéndose una serie de consecuencias en la salud de esta misma gente, y en la economía de los países, lo cual describiremos ampliamente en la parte 3. MacCarthy, en el artículo citado, se refiere a esto (figura 1).
Figura 1. Consideraciones de Andrew MacCarthy sobre la opinión de expertos, acciones de los gobiernos y la libertad de los ciudadanos.
No hay duda de que los gobiernos tienen un interés imperioso en la seguridad pública, que incluye prevenir la propagación de una enfermedad infecciosa potencialmente mortal. No obstante, el concepto fundamental de la República estadounidense es que los gobiernos se crean para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos de una nación: nuestros derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Además, la legitimidad del Gobierno depende del consentimiento de los gobernados. […] En nuestra sociedad, el argumento de la autoridad nunca debería ser la última palabra, a pesar de la visión progresista del Gobierno, por parte de burocracias de expertos supuestamente libres de agenda, lo que no significa que la experiencia, en particular el dominio de la ciencia, sea insignificante. Esto es crítico. Pero no tiene autoridad declarativa. La pericia no es correcta porque así lo dice. Está ahí para ayudarnos, no para ordenarnos. Tiene que competir. Tiene que convencer. Y a menos que lo haga, no debería tener poder para infringir nuestras libertades.
Fuente: Andrew MacCarthy. National Review, 04/2020
En un periódico español, apareció un artículo escrito por un auditor de sistemas de prevención de riesgos laborales e higienista industrial del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, con el que nos mostramos de acuerdo[18]. Aquí, el autor del artículo expresa que, en una gestión bien inteligente y planificada, se protege a las personas que poseen los factores de riesgo (que ya hemos identificado y discutido); cuando las personas, dentro del grupo de individuos sanos, sin comorbilidades de riesgo, que son los más numerosos, son infectados, se les aísla para actuar acorde con la evolución de su cuadro y de los resultados de laboratorio. Los inmunes y los sanos, siguen trabajando, manteniendo la economía abierta. El Dr. Michael Levitt, de la Universidad de Stanford, California, ganador del Premio Nobel de química (junto con otros), en el año 2013, expresa en un periódico londinense que los confinamientos (cuarentena) fueron un método medieval que no salvó vidas y más bien cobró vidas, debido a las enfermedades sociales que se acrecentaron debido a esto, y por los que no fueron tratados por otras enfermedades[19]. Pocos meses después, el Dr. Levitt, junto con otros prestigiosos científicos (epidemiólogos, inmunólogos, microbiólogos y médicos), escriben un artículo, en el mismo periódico, en donde después de un análisis de los hechos, opinan que las acciones deberían centrarse en cuantificar el alcance de la inmunidad obtenida en la gente, en lugar de adoptar medidas ruinosas como, más confinamiento, al que calificaron como auto destructor[20]. Pero estas, aunque son opiniones informadas, proveniente de gente notable, siguen siendo opiniones. Pero se dan también opiniones, revestidas de “ciencia”, publicadas en revistas “prestigiosas”.
¿Ciencia detrás del confinamiento?
Uno de los estudios más icónicos en el tema de la cuarentena fue publicado por la revista Nature, en junio 2020, en donde se estimaron los efectos de intervenciones no farmacéuticas en la pandemia en Europa[21]. Hemos seleccionado este estudio para analizar el tema del confinamiento, en función de lo presentado en el párrafo anterior. En este, se estudiaron los efectos producidos por cinco intervenciones gubernamentales, en 11 países europeos, sobre la epidemia de COVID-19; el período estudiado fue de febrero 2020 a mayo 2020. Las variables seleccionadas para medir los efectos sobre la pandemia fueron: aislamiento de casos, distanciamiento social, prohibición de eventos públicos, cierre de escuelas y encerramientos a gran escala de la población (cuarentena). La meta fundamental del estudio fue, determinar el efecto que estas tienen en la disminución de la transmisión, medida en función de la disminución de la Rt[22], a menos de 1. Debido a la gran dificultad para la determinación basal de la Rt, esto se hizo mediante una inferencia estadística, a partir de las muertes observadas al principio de la pandemia, calculándose así, tanto la tasa de ataque, como la Rt. Para esto, se utilizó un modelo mecanicista bayesiano[23]. La Rt basal, promediada para todos los países del estudio, fue de 3.8. En el estudio se concluyó que las intervenciones en su conjunto tuvieron un efecto considerable sobre la Rt, disminuyéndola a menos de 1. En promedio, para todos los países, eso representó un 82% de reducción. La intervención consistente en el “cierre total” fue la única, según el estudio, cuyo efecto individual sobre la transmisión pudo ser calculado, lo cual fue atribuido a, probablemente, el corto espacio de tiempo entre la implementación de cada una de estas otras medidas. Además, en el estudio se calculó la cantidad de muertes que podrían haber ocurrido sin las intervenciones, y se comparó con las que se dieron con las medidas impuestas, encontrándose que se evitaron 3.1 millones de muertes. Después de analizar este informe, encontramos que este posee una gran cantidad de incertidumbres y supuestos, algunos de las cuales fueron señaladas en el mismo estudio, y lo cual nos lleva a realizar las siguientes observaciones:
- La Rt basal calculada, está llena de una gran cantidad de incertidumbres; no solo por el método de inferencia estadística utilizado, cuya metodología en si, para determinar probabilidades, está también llena de incertidumbres, sino debido a la cantidad de incertidumbres que suele tener la experiencia previa con se nutre el modelo el cual es un simulador que genera códigos computarizados[24].
- Siguiendo con lo expresado en el punto anterior, en el estudio se calculó la Rt (y la tasa de ataque), en base a muertes observadas respecto al número de infecciones. En el estudio se enumeran una serie de posibles causas de incertidumbre, pero todas dirigidas a la posibilidad de sub reporte de las muertes; pero, lo que se ignoró fue la posibilidad de la existencia de sobre reporte debido a la tendencia, al principio, de rubricar como muerte por ´la COVID-19 a todo aquel que llegara con síntomas sugestivos de la enfermedad, en un escenario en que no se hacían pruebas de laboratorio diagnósticas, por múltiple razones, y en donde se habían prohibido la realización de autopsias.
- En cuanto a las disminuciones de la Rt (al igual que la transmisión y las muertes), obtenidas a lo largo del tiempo, y que se atribuyeron a las 5 variables estudiadas, se ignoró la existencia de una probable variable muy poderosa que pudo haber influido grandemente en la disminución de los indicadores: el cierre de las fronteras. Ninguno de los investigadores vinculados a las instituciones “oficiales” que obtenían y transmitían hallazgos sobre la pandemia se preocuparon por estudiar esta variable; al contrario, muchas veces fue calificada esta estrategia, por algunos, como xenofóbica.
- Con el modelo utilizado en el estudio, se hizo una proyección de las muertes que se tendrían desde el inicio del estudio hasta el final de este; además, se construyó un modelo contra factual y se predijeron las muertes que se obtendrían al final, sin las intervenciones. Este reveló que se lograron evitar 3.1 millones de muertes. Sin embargo, el modelo matemático utilizado, y el equipo del estudio era parte del mismo equipo de respuesta al COVID-19 del Colegio Imperial de Londres, que reportaron 510,000 muertes en Gran Bretaña y 2.2 millones de muertes en Estados Unidos[25] por la COVID-19, que, obviamente, resultó totalmente equivocado[26], por partir de un modelo matemático lleno de gran cantidad de incertidumbres[27], pero que fue la principal contribución a la nefasta y dañina histeria propagada por el mundo y que ha causado graves problemas de salud pública. Incluso, el mismo estudio reporta que, aún en ausencia de las intervenciones, la Rt podría disminuir, lo cual significaría que las muertes estarían sobre estimadas. Estos hallazgos epidemiológicos han sido plenamente establecidos y probados desde épocas muy previas[28]
Comentarios sobre los efectos producidos por el “cierre total” sobre la pandemia, encontrados en el estudio
En el estudio se encontró que las 5 intervenciones, en su conjunto, tuvieron un efecto considerable sobre la Rt, y que la única, según el estudio, cuyo efecto individual sobre la transmisión pudo ser calculado, fue el “cierre total”, produciendo este un 82% de reducción del Rt. Para esto se realizó una agrupación parcial de países, a fin de introducir efectos específicos de países sobre la efectividad del “cierre total”. Sin embargo, este número de variables introducidas en el estudio, con tantos supuestos existentes y con tantas diferencias en la forma de aplicación y de cumplimiento entre los países, le introduce al modelo una enorme cantidad de incertidumbres y sesgos, especialmente por la gran cantidad de “variables de confusión[29]”, y por el modelo estadístico utilizado. Esto hace que sea sumamente difícil, a pesar de las correcciones estadísticas que se puedan introducir, que se determine, con claridad, el efecto individual sobre la epidemia (Rt) producida por esta variable.
Otros aspectos importantes que queremos resaltar, es que las intervenciones que fueron introducidas por dos de los países que tuvieron mayor éxito en el control de la pandemia, Singapur y Corea del Sur, y que lo han seguido teniendo hasta el momento actual, según se registra en los informes mundiales[30], fueron: el distanciamiento social, toma intensiva de muestras y rastreo de contactos, pero no el “cierre total”[31]. Además, es interesante hacer notar que, después de analizar la gráfica presentada por el estudio, que indica la fecha de inicio de cada intervención en cada uno de los países, observamos que los dos países que más temprano comenzaron el “cierre total”, Italia y España, fueron dos de los que más sufrieron los embates de la pandemia, medido en todos los indicadores estudiados; por el otro lado, los dos países que mostraron, y han seguido mostrando los mejores indicadores (Noruega y Alemania), fueron los que más tardíamente comenzaron el “cierre total”, con la excepción de Inglaterra, que ha presentado malos indicadores, y que fue el que más tardíamente aplicó dicha intervención; pero cabe resaltar, también, que Inglaterra fue el país que más tardíamente inició la mayoría de las intervenciones. Esto revela lo complejo que resulta el análisis, pero, al mismo tiempo, esto, sumado a lo encontrado en Corea del Sur y Singapur, podría crear la hipótesis de que el conjunto de las otras medidas, podrían se suficientemente eficaces para reducir la transmisión, sin tener que hacer una intervención que ha mostrado ser nefasta para la economía mundial y la salud pública, tal como demostraremos en la tercera parte de este artículo.
Finalmente, recordemos que Suecia ha sido criticado acremente por no haber aplicado en su país la medida del cierre total, y a lo que se atribuyo su alta mortalidad presentada; sin embargo, esta mortalidad se atribuye a otros factores, como explicaremos ampliamente en la tercera parte de este artículo. Pero el análisis de los datos presentados en el estudio, nos sugieren que, a pesar de que dicha intervención no fue implementada, el país tuvo, en aquel momento, y ha seguido teniendo, bastante éxito en el control de la epidemia. Resaltemos, sobre esto, los siguientes puntos:
- De acuerdo con el estudio, Suecia tuvo una tasa de ataque de 3.7%, muy por debajo de Bélgica, España, Italia y el Reino Unido.
- De acuerdo con el estudio, Suecia presentó una Rt cercana al promedio (0.66) de todos los países; por debajo, por ejemplo, de Bélgica que presentó 0.82.
- De acuerdo con las conclusiones del estudio, Suecia, que fue uno de los 11 países estudiados, logró disminuir su Rt, por debajo de cero, al igual que los demás. Obviamente, esto no representa suficiente data para invalidar la eficacia de la intervención “cierre total”, pero debe abrir el camino para nuevas hipótesis de trabajo, que nos puedan llevar, de una vez por todas, al levantamiento de esta medida, que aún se mantiene en muchos lugares.
[1] Merril Singer, Introduction to Syndemics : A Critical Systems Approach to Public and Community Health., first (Jossey-bass, 2009).
[2] Morales. Esteban, Mas Allá de Galeno: Medicina Preventiva y Social, Ediciones (Panamá: Novo Art SA, 2016).
[3] P Dashraath, Jlj Wong, and Mxk Lim, ‘The GBD 2015 Obesity Collaborators. Health Effects of Overweight and Obesity in 195 Countries over 25 Years’, Coronavirus Disease, 222 (2019), 271 <https://doi.org/10.1016/j.ajog>.
[4] The GBD 2015 Obesity Collaborators, ‘Health Effects of Overweight and Obesity in 195 Countries over 25 Years’, New England Journal of Medicine, 377.1 (2017), 13–27 <https://doi.org/10.1056/NEJMoa1614362>.
[5] Andrew Stokes and Samuel H Preston, ‘The Contribution of Rising Adiposity to the Increasing Prevalence of Diabetes in the United States’, 2017 <https://doi.org/10.1016/j.ypmed.2017.05.031>.
[6] Juan Carlos Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de Medicina., Anales de La Facultad de Medicina, Anales de La Facultad de Medicina (Facultad de Medicina San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2013), lxxiv <http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1025-55832013000400009> [accessed 12 September 2020].
[7] Sonja Chiappetta and others, ‘COVID-19 and the Role of Chronic Inflammation in Patients with Obesity’, International Journal of Obesity, 44 (2020), 1790–92 <https://doi.org/10.1038/s41366-020-0597-4>.
[8] Guillaume Voiriot and others, ‘Interleukin-6 Displays Lung Anti-Inflammatory Properties and Exerts Protective Hemodynamic Effects in a Double-Hit Murine Acute Lung Injury’ <https://doi.org/10.1186/s12931-017-0553-6>.
[9] Atención Primaria and others, ‘La Obesidad Como Factor de Riesgo En Personas Con COVID-19: Posibles Mecanismos e Implicaciones’, Aten Primaria, 52.7 (2020), 496–500 <https://doi.org/10.1016/j.aprim.2020.05.003>.
[10] María Magdalena Farías N, Catalina Silva B, and Jaime Rozowski N, ‘MICROBIOTA INTESTINAL: ROL EN OBESIDAD’, Revista Chilena de Nutrición, 38.2 (2011), 228–33 <https://doi.org/10.4067/S0717-75182011000200013>.
[11] Carl J Lavie and others, ‘COVID-19 and Obesity: Links and Risks’, 2020 <https://doi.org/10.1080/17446651.2020.1767589>.
[12] William Dietz and Carlos Santos‐Burgoa, ‘Obesity and Its Implications for COVID‐19 Mortality’, Obesity, 28.6 (2020), 1005–1005 <https://doi.org/10.1002/oby.22818>.
[13] Franck Mauvais-Jarvis, ‘Aging, Male Sex, Obesity, and Metabolic Inflammation Create the Perfect Storm for COVID-19’, 2020 <https://doi.org/10.2337/dbi19-0023>.
[14] Fabian Sanchis-Gomar and others, ‘Obesity and Outcomes in COVID-19: When an Epidemic and Pandemic Collide’ <https://doi.org/10.1016/j.mayocp.2020.05.006>.
[15] Eric Steinberg and others, ‘In Young Adults with COVID-19, Obesity Is Associated with Adverse Outcomes’, Western Journal of Emergency Medicine, 752.4 (2020) <https://doi.org/10.5811/westjem.2020.5.47972>.
[16] Andrew MacCarthy, ‘Coronavirus Restrictions: Government Bears the Burden of Proof Before Denying Freedoms | National Review’, National Review, 2020 <https://www.nationalreview.com/2020/04/coronavirus-restrictions-government-bears-burden-of-proof-before-denying-freedoms/#slide-1> [accessed 28 September 2020].
[17] Morales. Esteban, Los Dos Grandes Fraudes Científicos de Los Siglos XX y XXI, primera (Panamá: Novo S.A, 2020).
[18] Tomás Morales, ‘Ni Una Coma Que Añadir – HERALDO DE OREGÓN’, El Heraldo de Oregón (Oregón, España, 2020).
[19] Tom Morgan, ‘Lockdown Saved No Lives and May Have Cost Them, Nobel Prize Winner Believes’, The Telegraph (London, UK, 2020) <https://www.telegraph.co.uk/news/2020/05/23/lockdown-saved-no-lives-may-have-cost-nobel-prize-winner-believes/?utm_source=ground.news&utm_medium=referral>.
[20] Michael. Levitt, ‘Let’s Stop the Continued Self-Destruction and Test for Covid Immunity’, The Telegraph (London, UK, September ).
[21] Seth Flaxman and others, ‘Estimating the Effects of Non-Pharmaceutical Interventions on COVID-19 in Europe’, Nature, 584.7820 (2020), 257–61 <https://doi.org/10.1038/s41586-020-2405-7>.
[22] Medida epidemiológica que indica cuántas infecciones promedio genera cada individuo infectado a lo largo de la evolución de su enfermedad
[23] La inferencia bayesiana es un método de inferencia estadística en el que se utiliza el teorema de Bayes para actualizar la probabilidad de una hipótesis a medida que se dispone de más evidencia o información. La inferencia bayesiana es una técnica importante en estadística, y especialmente en estadística matemática. Consultado en: https://datainsights.de/bayesian-inference-with-pystan-part-i/
[24] Dan Cornford and others, The Role of Mechanistic Models in Bayesian Inference <http://gpss.cc/bark08/slides/Cornford2008.pdf> [accessed 1 October 2020].
[25] Neil M Ferguson and others, ‘Of Non-Pharmaceutical Interventions (NPIs) to Reduce COVID-19 Mortality and Healthcare Demand’ <https://doi.org/10.25561/77482>.
[26] Alan Reynolds, ‘How One Model Simulated 2.2 Million U.S. Deaths from COVID-19 | Cato @ Liberty’, 2020 <https://www.cato.org/blog/how-one-model-simulated-22-million-us-deaths-covid-19> [accessed 1 October 2020].
[27] Alan Reynolds, ‘The Misleading Arithmetic of COVID-19 Death Rates | Cato @ Liberty’, Cato Institute, 2020 <https://www.cato.org/blog/misleading-arithmetic-covid-19-death-rates> [accessed 30 September 2020].
[28] Mauricio Santillana and others, ‘Relatedness of the Incidence Decay with Exponential Adjustment (IDEA) Model, “Farr’s Law” and SIR Compartmental Difference Equation Models’, Infectious Disease Modelling, 3 (2018), 1–12 <https://doi.org/10.1016/J.IDM.2018.03.001>.
[29] Una variable (o factor) de confusión es una variable que distorsiona la medida de la asociación entre otras dos variables. Consultado en: http://halweb.uc3m.es/esp/Personal/personas/amalonso/esp/bstat-tema8vc.pdf
[30] https://infographics.channelnewsasia.com/covid-19/map.html
[31] Atlin Woodward, ‘South Korea Never Fully Locked down amid Coronavirus — Here’s How’, Business Insider, 30 May 2020.